Como he visto que el artículo acerca de Romero y la evolución que ha dado a sus zombis ha tenido bastante aceptación, trataré de hacer un repasito nombrando los puntos fundamentales de la historia de este monstruo tan querido por nosotros.
Todo comienza con William Seabrook a mediados de los locos años 20, un escritor más famoso por sus ingestas de alcohol que por lo que escribe, que decide viajar a Haití y confeccionar uno de sus libros de viajes: La isla mágica. La sociedad de su tiempo alucina con los relatos de Seabrook y el cine se interesa en seguida por esa figura alargada que camina encorvada de noche por los campos de caña de azúcar...
Luego, la paranoia anticomunista de la guerra fría (y otros factores) dan lugar a las películas de extraterrestres que pretenden dominar nuestro planeta y muchas veces convertirnos en sus esclavos o simplemente obligarnos a renunciar a las diferencias individuales (¡las sacrosantas diferencias individuales del bendito capitalismo!). Y claro, también surge aquí la figura del muerto viviente, unas veces como el arma que emplean los extraterrestres para hacer sucumbir la sociedad, y otras siendo los propios extraterrestres un tipo de muerto viviente del espacio exterior.
En 1968 diez personas unen su dinero y sus fuerzas para realizar la película que cambiaría el panorama zombi mundial: La noche de Anubis. Finalmente la película se llamaría La noche de los muertos vivientes y en ella se nos muestra lo que a todos nosotros, amigos de zombi.blogia, nos pone palotes: el no muerto sin alma, sin sentimientos, sin otra pretensión o preocupación que devorarnos a todos.
En Night los muertos vivientes romerianos estaban en pañales, si se me permite a expresión, pues todavía no se tenía nada claro qué podían o no hacer y hasta dónde se pretendía llegar con ellos. De ahí que tengan miedo a las luces brillantes, eviten el fuego, usen piedras y se coman a la parejita asada a la parrilla. Romero mismo ha reconocido que todo estaba comenzando y que a ello se deben estas disparidades de criterio. La niña del sótano que enarbola la paleta de albañil fue una concesión necesaria: resultaba demasiado duro en 1968 ver a una niña atacar a dentelladas a su madre.
A partir de ahí surge el zombi moderno, con todas sus múltiples variedades, cada una con sus virtudes y sus defectos. Es nuevamente Romero el que da el mejor golpe de efecto y sienta absolutamente sus bases en Dawn y finalmente en Day, donde se dejan entrever algunos aspectos que para mí, serán sacados de quicio en Land.
Cuando surgieron los zombis rápidos hubo muchos que pusieron el grito en el cielo. Zack Snyder quiso que los zombis de su remake de Dawn fueran de los rápidos, como los que todos habíamos visto en 28 días después (una joyita en su primera hora de metraje) el año anterior. Dijo que tal y como había cambiado el cine en los últimos años, unos zombis lentos no asustarían a nadie. Puede que se equivocara o puede que no. Lo cierto es que conozco a muchas personas a las que los zombis lentos solo les producen risas y aburrimiento. Los que somos adictos al género seguimos prefiriendo a los lentos, pero yo no soy de los que critican a los zombis rápidos por ser simplemente rápidos o los llaman, despectivamente, «infectados». Pese a todo, los zombis rápidos conservan ese espíritu zombi de masa salvaje que avanza (eso sí, a toda hostia) en pos de tu carne sin detenerse ante nada ni nadie. Ese es el horror zombi para mí: el avance inexorable e inexplicable de unos muertos que ansían mi carne y la de los míos.
Posiblemente los primeros zombis rápidos, y también los primeros zombis que demuestran saber usar armas de fuego y hasta pilotar un avión, son los zombis atómicos de Paura sulla citta contaminata (1980), la película italo-española ambientada en Madrid (con Paco Rabal y Mel Ferrer). Pues bien, incluso esos zombis la mar de astutos no rompen del todo ese hilo romeriano pues realmente nada se nos explica nada acerca de su comportamiento. Simplemente les vemos atacar a saco y destruirlo todo a su paso, como una especia de carga zombi de mamelucos. Usan armas, pero no les vemos en primer plano pensando «qué hijoputas son los humanos, se van a cagar, ¡por éstas!». Sino que son un enemigo que nunca llegamos a comprender y que desaparece como vino.
Pero Romero no, él tenía que dar una vuelta de tuerca a su monstruo y dotarlo de conciencia social. Estoy a favor de ciertos recuerdos residuales en la mente de los zombis (ir al súper con el carrito de la compra, o lo que llegó a hacer Bub, aunque incluso aquí ya a Romero se le va la mano), pero no que entren en su podrida sesera conceptos como la venganza, el rencor, etc.
Lo que aterra del zombi romeriano es que se comen a dios por una pata y piden otra ración, así sin más, no porque les caigas bien o mal te vas a salvar o morir antes. Les da lo mismo: eres carne y tienen hambre. Van a por ti, van a por todos y te buscarán allá donde estés. Cosas tipo pensamiento colmena que les doten de cierto comportamiento estratégico me parece perfecto. Pero no que se mezclen en la ecuación zombi valores o defectos humanos como la venganza o la conmiseración hacia sus semejantes, que eso no tiene ni pies ni cabeza en un universo zombi. Los zombis hace tiempo que perdieron las virtudes y los defectos propios de la naturaleza humana, para bien o para mal. Si no se enfadan porque no consigan terminar un sudoku, por qué iban a sufrir por ver cómo son eliminados sus iguales. Ver a Big Daddy/Moisés mirando al cielo como diciendo «A Dios pongo por testigo, que mi familia zombi no volverá a pasar hambre» resulta tan demencial como lo sería ver a Vivien Leigh con un puro en la boca diciéndole a Clark Gable «Rhett, me encanta que los planes salgan bien»...
EDITADO: Nuestra amiga Nata nos ha recordado que en nuestro bosquejo de los zombis en el cine nos hemos dejado en el tintero a nuestros amigos orientales. ¡Gracias, Nata! Pues bien, amigos de zombi.blogia, los zombis chinos son un caso muy sui generis de zombi, para algunos el mejor de todos o, al menos, de los más hilarantes. No tienen nada que ver con la tradición occidental ni la antillana. Son más un tipo de vampiro polvoriento que va dando saltitos en pos de su víctima.
No repetiré aquí lo que hablamos ya en su día; me limitaré a poneros el enlace al artículo de los zombis chinos y otro para ver uno de los mejores vídeos de la historia del cine de zombis: Kung Fu Zombies!
Ahora entenderéis a qué se refiere Nata con lo de no olvidar los platillos... XD