Hard rock zombies: in rock we trust
Antes de seguir, debéis saber que ante tamaña película altamente demencial, no puedo hacer otra cosa que MUCHO SPOILER.
El sábado pasado el bueno de Blogger in the Shadow tuvo la gran idea de bajarse esta película con el rapid share y sin duda fue un gran acierto. Si queréis morir de risa y de vergüenza ajena no lo dudéis, ésta es vuestra película, amigos. Posiblemente Chopper chicks in Zombie Town sea mucho más cutre si cabe, pero esta en realidad se deja ver en su totalidad. Eso sí, con lágrimas en los ojos de la risa y la boca permanentemente abierta por el asombro. Y sí, el gesto ese tan típico de señalar a la pantalla y decirle al que está a tu lado «miramiramira, por Dios». Y la música es una pasada.
Los protagonistas de la peli son un grupo de glam rock llamado Silent Rage con unas pintas que ni los Europe tocando en las fiestas de Chueca. Es cierto que para la película adoptan un look algo más duro y oscuro, pero solo un poco. Su productor y posiblemente alma mater era Paul Sabu, que debe ser famoso o algo por el estilo (lo siento, disculpadme pero no sé mucho de heavy metal o hard rock en general; de joven era de esos que van simplemente de luto o algo peor, jeje).
Camomila que cabalga por mis venas...
Como decía, los protas son los miembros de esta banda de hard-rock-glam que están de gira por esos pueblos de Dios llenitos de red-necks a cascoporro y su próximo concierto es en el pueblecito llamado Grand Guignol. En un concierto previo, una muchacha de dicho pueblo, Cassie, les previene de que no actúen allí (casi en plan anciana rumana crucifijo en alto al principio de casi cualquier película clásica de Drácula), pero el cantante se enamora de ella y allí que va.
Grand Guignol es un pueblo americano como otro cualquiera, donde las adolescentes enloquecen con los miembros de la banda y el consejo del pueblo se escandaliza ante el descaro de los rockeros. A la entrada del pueblo los rockeros se topan con una tipa que junto a dos enanos se dedican a matar a la gente que pasa por la carretera. Pero a ellos no los matan, sino que los meten en su casa, lugar donde conocerán a una caterva de freaks compuesta por una anciana mujer-lobo sentada en una mecedora, un tipo clavo y gordo con uniforme de oficial de las SS, una pareja de ancianos que mantienen relaciones sexuales delante de los enanos antes mencionados y la rubia guarrilla asesina (¿me dejo alguno? Seguro). Y allí tocan por primera vez y lo hacen estrenando tema, pues tocan Cassie, canción en honor a la chica del pueblo. Pero los enanos cabrones hacen un empalme raro con los cables y casi los electrocutan.
Pese a ello, deciden quedarse en la casa con los freaks a pasar la noche. El cantante y líder del grupo está obsesionado con una melodía que cree que es capaz de despertar a los muertos. Y parece funcionarle con una araña que hace las veces de Church, el gato negro de Re-Animator, así que la graba en un casete. Esa noche sucede lo que cabía esperar, que los matan a uno a uno: uno en la ducha con la rubia, que por supuesto enseña las tetas; otro se tira desde una ventana; otro ya no me acuerdo; y al cantante lo mata el nazi calvo con una podadora (versión más que cutre de la motosierra). Tras el entierro, Cassie les hace un homenaje y junto a sus tumbas se lleva un aparato de música de esos que se usaban junto al spectrum 48 K y pone la cancioncita que despierta a los muertos. Es entonces cuando asistimos a uno de los despertares de los muertos más demenciales de la historia del cine de zombis. Los cuatro rockeros salen de sus tumbas pintados a lo Kiss y comienzan a moverse de un modo espasmódico absolutamente ridículo e hilarante. Y cogen la furgo dispuestos a tocar en el garito del pueblo.
En el pueblo, el consejo se ha reunido para discutir si han de consentir que toque el grupo o no. La reunión es tremendamente surrealista y kafkiana, como las que tienen lugar en la serie Aquí no hay quien viva. Lo primero es discutir si se trata de una junta o de una reunión excepcional. Tras media hora de discusión en este sentido realmente divertida, deciden en treinta segundos que no permitirán que el grupo toque en el pueblo. Pero por un mal entendido a la hora de anotar lo sucedido, se dan cuenta de que lo que han hecho ha sido decidir que no puede haber ningún tipo de rock en el pueblo. Así que en plan fanáticos del pueblo de Footloose se lían a destruir todas las cintas y discos de rock que encuentran.
El grupo primero decide hacer una visita a los freaks asesinos y cada uno de ellos se encarga de matar a aquél que lo asesinó con anterioridad. Este es el momento en que el anciano follador se desenmascara como Adolf Hitler de tapadillo, que desde esa mansión de Grand Guignol se está preparando para dominar de nuevo el mundo. Y es ahora cuando todos sacan a relucir las esvásticas y las cruces de hierro que ocultaban bajo sus ropas. Todo esto es un espectáculo realmente demencial que no tiene desperdicio ninguno. La muerte de Hitler es especialmente graciosa, sin duda. Al morir, cada uno de ellos se convierte en un zombi clásico romeriano que convierte a su vez a todo aquél que cae bajo sus mandíbulas.
Mientras, el grupo de zombis rockeros acude puntualmente a su cita con la fama en el club, donde les espera un crítico de rock que alucina con la calidad de su música (¿?) y el look zombi que se gastan los componentes de la banda. Afuera, en las calles, los lugareños tratan de sobrevivir al Apocalipsis Zombi refugiándose detrás de caras de estrellas de la música y el cine recortadas de carteles. La idea no podía ser más peregrina. Resulta que a los zombis les dan miedo los rostros humanos. ¡¿Pero qué demonios es estoooo?! La escena no tiene precio. El caso es que al principio parece funcionar, pero la idea acaba resultando una masacre de mil pares y los zombis se los comen a casi todos.
Prácticamente os he resumido el delirante argumento de esta sacrosanta película que podemos situar como la mayor locura digerible sobre zombis que jamás se llegó a rodar. Ahí es nada...
Una cosa más, no dejéis de ver este vídeo de you tube donde podréis ver a Hitler, el despertar de los muertos rockeros y su impagable bailecito zombi, a los enanos, a la rubia zorrilla, a Cassie, varios de los videoclips que tienen lugar (que sin duda son lo mejor de la película), el momento «me refugio detrás de la cabeza de Marylin», a la anciana lobo (que luego será anciana lobo zombi) y el final en plan flautista de Hamelín. Impagable. Una última recomendación: véase siempre con la ayuda de litros de cerveza o aquello que tengáis más a mano, ya me entendéis...
9 comentarios
Z0MBI -
Lástima lo de Bogotá. :´(
Juan Molina -
dulzes -
Z0MBI -
El Vengador Tóxico -
Z0MBI -
¡Un fuerte y amancebado abrazo!
jngmt -
Hoy te dejo este mensaje para decirtelo, pero eso no quiere decir que no te siga visitando religiosamente, afilando los torrentes acto seguido y aprendiendo un montón del cine que más nos gusta. Tio eres de lo mejorcito que hay navegando en estas aguas ciberneticas.
Un fuerte abrazo!.
Z0MBI -
Lucks -
Gracias por ótro "clásico" del genero :P